EN EL NIÑO, el entusiasmo es el mejor guía para su aprendizaje. Es por ello que el mejor profesor no es aquel que sabe más, pero aquel que facilita la mejor conexión entre el entusiasme del niño y el aprendizaje.

EN EL ADULTO, el entusiasmo es el mejor guía para el florecimiento de su mejor potencial profesional y personal. Es por ello que las empresas que mejor saben conectar su visión con el alma de sus colaboradores son aquellas que más éxito tienen y aseguran los mejores impulsos de trascendencia con sus actividades. Aquellas que no lo hacen, desalientan tremendamente el entusiasmo de sus colaboradores, haciendo así cada vez mas difícil el desarrollo de sus propias actividades.